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Texto: Edu Benítez | Fotos: Paula Villamil

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Sofía Viola: "Quiero que mi música llegue lo más lejos posible"

 

La cita es en Club Plasma. En esa zona tácitamente fronteriza, donde la calle Piedras va menguando en su matriz santelmeana y empieza a dar paso a un Barracas de extramuros. Allí, Sofía Viola -que esa misma noche cocinará falafel en el marco de una serie de shows a cargo de Maxi Prietto, Santiago Moraes y otros- se dispone al diálogo.

 

A sus 27 años Sofía Viola lleva editados tres discos en forma artesanal –y uno en camino- y ya compuso más de 130 canciones que transitan diversos géneros: vals, tango, rancheras, cumbias, zambas, entre otros. Su interés por la música puede rastrearse en su árbol genealógico. Un padre trompetista, una madre melómana, una abuela que la inició en el mundo del tango, y un tío que fue -ni más ni menos- el fundador del Parakutural. “En mi casa se escuchaba salsa, jazz, merengue y cumbia” comenta.

 

Además de sus dotes gastronómicas, de haberse afirmado como una de las voces claves de la nueva canción argentina, Sofía es una viajera incansable. “Soy re nómade. No lo puedo evitar. Ahora estoy parando en San Telmo. Lo que más me gusta es el olor a meo que hay acá cerca en Constitución. Me parece increíble, me inspira. En un momento habité La Boca. Viví con Jorge Pistocchi, el creador de la Revista Expreso Imaginario. Era un personaje total, súper anarquista, muy importante para el mundo del rock. Vivió toda su vida tomando casas”.

 

- No se te identifica tanto con el rock… ¿cómo te llevás con ese género musical?

 

- Soy re rockera pero sin querer. Escuché un montón de rock en mi adolescencia y sigo escuchando, pero hoy en día me identifico más con lo latino. Trato de darle la espalda al rock, pero siempre me doy cuenta que tengo esencia de rockera. En mis conciertos termino con dolores de cuello de tanto agitar la cabeza. El rock me posee. Quisiera tener una impronta mucho más latina pero no lo puedo evitar. Me sale el rock por los poros.

 
 

"El camino de la autogestión es un caos porque hay que atender a muchas cosas, te obliga a volverte un oficinista, estar horas en las redes sociales. ¡Y antes no era así el trabajo del artista! ¡Facebook nos mató!"

 

-¿Es cierto que Shakira tiene algo que ver con tus inicios en el mundo de la música?

 

- Si… yo soy del año 89, por lo tanto la radio FM fue un pilar fundamental para mi deseo de cantar. Como cualquier niña que ahora escucha Violeta, a mí me tocó entusiasmarme con la Shakira que sonaba en la radio en ese momento, que por suerte era buenísima. Pies descalzos es un discazo. Para mí ella era una especie de referente por su caudal, por su onda.

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-¿Y el tango cómo aparece en tu vida?

 

- Un día mi abuela me regaló un equipo de música, sacó un cassette de Tita Merello y lo puso. Me volví fanática. Se convirtió en todo lo que quería ser. De todos modos las influencias van cambiando. Hoy en día alguien que me estimula mucho, por su búsqueda, es el Chango Rodríguez. No lo conoce nadie y es uno de los personajes más místicos que conozco, un buscador. Encontró raíces de otras partes de Latinoamérica y las adaptó a lo más folclórico de acá, como por ejemplo el taquirari o influencias más cercanas a Centroamérica.

 

"Trato de darle la espalda al rock, pero siempre me doy cuenta que tengo esencia de rockera. Quisiera tener una impronta mucho más latina pero no lo puedo evitar. Me sale el rock por los poros"

 

-¿Lo de Tita Merello se reducía a lo musical solamente?

 

-No, era la actitud de Tita. Solamente escuchar su interpretación me vuela la cabeza. No entiendo cómo la orquesta podía acompañarla, porque es muy difícil su modo de cantar desde el decir, desde lo teatral. Ella era una actriz del carajo que también cantaba. Cuando estudié teatro siempre cantaba Tita Merello en los ejercicios. El teatro me dio esa herramienta de poder armar personajes e inventar historias.

 

 

Por ejemplo; una canción sobre una mujer que asesina a su marido, lo corta en pedazos y se lo da de comer a todos en una fiesta. Me ponía en la cabeza del criminal, o de la mujer golpeada y siempre desde un lugar muy tanguero, lunfardezco. Pero también, sin darme cuenta, fui muy influenciada por Liliana Felipe. Danzones, boleros, tangos, la manera de decir, me sentía identificada con su estilo humorístico, con el hecho de decir las cosas con crudeza y sin disfrazarla.

 

-¿Cómo te llevás con el folclore más electrónico?

 

- Hay cosas respetables y otras que no. Me atrae lo que hace Chancha Via o Tremor. Pero me veo un poco alejada de jugar con máquinas. Si tenés un proyecto íntegramente electrónico dependés de todo un sistema operativo que puede fallar, con el simple hecho de que se corte la luz. En cambio, cuando es acústico el único sistema operativo que puede fallar es tu cerebro, y eso es más perdonable. Me gusta cuando se mezclan los elementos, las máquinas y los instrumentos, porque es más ilimitado, podés meter un sample de lo que quieras y cantar arriba. Creo que es una decisión personal, de cada artista; pero tienen un dejo trucho los sonidos electrónicos. Lo más lindo y orgánico es ver tocar a un músico. Yo flasheo mil veces más con un trovador que con un “circo” que despliega máquinas y proyecciones. Lo analógico para mí es la verdad, no queda nada más que lo que sos y tenés que aguantártela con eso. Me gustaría que me resulte fácil trabajar con lo electrónico…en cualquier momento voy a hacer mi reggaeton villero y ya van a ver!

 

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- Vos viajás mucho. ¿Es en esos momentos donde laburás tus canciones?

 

-Depende. Porque a veces los viajes largos tienen mucha información y uno no llega a procesarla. En los viajes urbanos también me pasan cosas, inspiraciones del paisaje cotidiano del lugar donde vivo. Me traslado mucho por San Telmo, Temperley, Constitución y esos barrios son influencias importantes para componer: lo rancio, los carteles de la bailanta. Aunque después me voy al Bosque de Santa Catalina y ahí puedo hablar de los pájaros, la naturaleza.

 

-Tus discos fueron todos autogestionados. ¿Si algún sello discográfico te propone grabar, aceptarías?

 

- Lo evaluaría. Obvio que quiero que mi música llegue lo más lejos posible, y quizás eso signifique transar con algo que no está tan bueno. Si se sale de la autogestión se pierde justamente eso: lo autogestivo. Si tenés un productor tal vez no podés tener tanta decisión sobre tu música. Me hacen un poco de ruido las discográficas pero a su vez me encantaría llegar a más disquerías. Mis discos los vendo en mis shows o en muy pocas disquerías amigas. Y uno dice “loco, yo quiero tocar la guitarra todo el día y que la gente se enamore de mi voz” (risas). El camino de la autogestión es un caos porque hay que atender a muchas cosas, te obliga a ser tu propio secretario: hacer los flyers, repartirlos, hablar con los sonidistas, armar giras. Mientras tanto la vida sucede y tal vez hay días en que uno no quiere ni prender la computadora. Pero tenés que hacerlo, volverte un oficinista, estar horas en las redes sociales. ¡Y antes no era así el trabajo del artista! ¡Facebook nos mató!

 

- Vos formaste parte del Colectivo Se trata de Nosotras. ¿Cómo te interpela lo que está sucediendo, el lugar de la mujer en la sociedad, las movilizaciones, los femicidios, el “Ni Una Menos”?

 

- Está cambiando algo todo de manera muy cruda. Es muy duro que estén asesinando mujeres todo el tiempo y que la lucha sea tan cagada a palos. La mujer está desmalezando siglos de patriarcado. En cuanto decís y manifestás mucho, sos atacada en los medios. Pareciera que, como la mujer está saliendo a luchar de manera inédita, fuera obvio que sea perseguida o asesinada. Creo que la mujer termina siendo más avanzada o adelantada que el hombre porque tiene que tener otro radar. De niña le toca desarrollarse y eso es notorio. De repente menstrua, tiene tetas y se vuelve un objeto, los tipos te acosan, y tiene que estar más atenta a todo. Es muy delicado todo. Ahora el hombre tiene que tener mucho cuidado de decir cualquier cosa porque lo matan (risas). No le tengo bronca o resentimiento per se, a la figura masculina. Yo veo un hombre y quiero hacerle la comida o apapacharlo.

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17/05/2024